jueves, 14 de noviembre de 2013

Hágase la Luz 16

Continuación...Entrada 16


La respuesta a todas esas interrogantes es sencilla. No replicaron porque estaban conscientes que no se trataba de injurias, sino por el contrario, eran puras verdades las que les estaba diciendo de frente y por escrito, sin ningún temor o vacilación; y no habiendo podido replicar legalmente a todos mis descargos e imputaciones ético morales en el momento oportuno y adecuado para su reputación, no tengo la menor duda, que decidieron acusarme de Desacato como único recurso que les quedaba para poner fin al engorroso proceso en que se vieron envueltos, luego de percatarse que su estrategia del cansancio para imponer sus acostumbradas severas, ejemplarizantes e injustas medidas no les había dado resultado conmigo, como suele suceder en el 99% de estos casos; y haber temido a que por el camino que iban los acontecimientos en cualquier momento me atreviera yo a acusar al mismísimo Fidel Castro. Recordemos que ya el 16 de noviembre del 2001 yo había acusado formalmente al Fiscal General de la República, General Juan Escalona Regueira, por el Delito de Prevaricación; tipificado al haber omitido éste el deber de haber tramitado y respondido a una Impugnación que en tiempo y forma hube de presentarle en fecha 11 de mayo del 2001, donde me quejaba en duros términos del Sr. Francisco Javier Fernández Guerra, Director de Ayudantía de la Fiscalía General, y del Vice Fiscal General Pino Bécquer, hoy erigido en todo un representante de Cuba ante nada menos que la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Además, estando obligados a toda costa a obstruir el curso legal de mi fundamentada acusación contra el General Juan Escalona Regueira, decidieron acusarme, con quien sabe que diabólica y malsana estratagema en mente, hasta mi aniquilación física si les fuese necesario.

Pero por suerte, procuré a un experimentado abogado de la Habana por asesoría, el Dr. Iván Celestrín; quien luego de estudiar minuciosamente el expediente que al efecto yo había conformado, concluyó que lo mejor que yo hacía era enviar un escrito de disculpa a todos y cada uno de los funcionarios que yo había insultado en mis denuncias, pues yo no debía esperar justicia en este nuevo y decisivo juicio, si hasta ahora no lo había logrado. Inmediatamente interpreté su mensaje. Ahora estaba en juego no solo mi libertad, y mi seguridad personal en prisión, sino la estabilidad económica y psíquica de mi familia entera. Entonces, mi nuevo asesor redactó la carta de disculpas y se encargó el mismo de hacerlas llegar a su destino.

De repente, casi seis años de lucha intransigente parecían haber llegado a su fin. Un bien fundamentado temor, después del intento de enjuiciamiento macabro que fraguaron para llevarme a prisión y aniquilarme en la misma, no me dejaban otra alternativa que esperar pacientemente por este momento para continuar con mis denuncias de este caso.


Fin de la Primera Parte.

Continuará...En la Segunda Parte denunciaré en tan solo 12 días, unas pocas de las principales Quejas y Denuncias hechas en seis años de litigio; y los trámites y respuestas recibidas. Fidel, Raúl y Escalona nuevamente en acción, después de la aniquilación de Ochoa y Tony La Guardia.