sábado, 5 de abril de 2014

Hágase la Luz Sexta Parte Extraordinaria 77

Continuación...Sexta Parte Extraordinaria Entrada 77
Es muy difícil hablar de la personalidad de Pedro José Rodríguez sin conocerlo a fondo. Cheíto, Cheo, como lo suelen llamar la inmensa mayoría de sus amigos, compañeros y conocidos, es una persona sencilla, modesta, afable, gentil, y compartidora; aunque poco propenso a las entrevistas. Sin embargo, jamás lo vi rechazar una conversación con aficionados, fanáticos y cuantas personas curiosas se le dirigían. Cheo, temido en mayor o menor medida, según la situación del juego, por managers y pitchers contrarios, jamás discutió con pelotero alguno, o increpó una decisión arbitral, sin importar de qué lado pudiera estar la razón. Y a pesar de que era víctima constante de pelotazos, nunca perdió su compostura y siempre se concentró en su función de cuarto bate indiscutible: dar un jonrón, empujar carrera, embasarse o ayudar a su equipo a la victoria. La inmensa mayoría de sus compañeros, de sus fanáticos, de los aficionados al baseball, de la presa especializada y del pueblo cubano en general condenan la forma vil, poco ética, insensata, injusta e inmerecida en que el régimen de Castro pagó a este excepcional pelotero, las glorias que dio a su pueblo y las diversas ofertas millonarias que rechazó, por amor a su familia y a su terruño; por el simple hecho de haber aceptado valientemente como suyos, 92 dólares de los encontrados en las pertenencias de su compañero de equipo, el receptor Alberto Martínez, luego de haber sido registradas ilegal y engañosamente, por agentes de la Seguridad del Estado Cubano, momentos antes de partir hacia una competencia en EUA. Su único delito fue "Tenencia de prohibición de expresarse libremente y sin represalias" sobre la realidad irrefutable de que 30 míseros dólares no es un estipendio justo, honesto, ni suficiente, para Atletas de alto rendimiento que dan todo por la victoria y la imagen del deporte cubano; mientras rechazan ofertas millonarias de scouts internacionales. Alberto Martínez y Pedro José Rodríguez cometieron el error de adelantarse 39 años en la historia de bandazos socio-políticos de los Castros. Su vergüenza, su modestia, su dignidad y más que todo la falta de libertades y derechos en la dictadura cubana les impidió protestar, impugnar o sencillamente emigrar. Hoy Pedro José y su esposa Milagros comparten una modesta vivienda en el Barrio de Tulipán, en Cienfuegos, con su hijo Pedro José, su esposa y dos hijos, y un pequeño auto FIAT deteriorado, donde ni siquiera cabe su familia. Espero que la reivindicación de ésta y otras glorias del deporte cubano también formen parte de los bandazos del régimen. Entretanto, otros más osados y desprendidos demostraron que había otro camino a seguir si esa injusticia no cambiaba: el exilio. Este tema continúa...

No hay comentarios:

Publicar un comentario