Una
Carta Patética:
Preguntas a la Patética Carta del Dictador Fidel
Castro publicada por Granma en Febrero 19, 2008.
Les prometí el pasado viernes 15 de febrero que en la
próxima reflexión abordaría un tema de interés para muchos...
Ha llegado el momento de postular y elegir al Consejo de
Estado, su Presidente, Vicepresidentes y Secretario (¿Por
qué sólo después de llevar Raúl un año y medio de presidente provisional? ¿Qué mensaje
llevaba la investigación y posterior destitución de Carlos Lage y Felipe Pérez
Roque para algún posible aspirante con méritos semejantes o superiores a Raúl
Castro?).
... La primera Asamblea Nacional se constituyó el 2 de
diciembre de ese año y eligió el Consejo de Estado y su Presidencia. Antes
había ejercido el cargo de Primer Ministro durante casi 18 años. Siempre
dispuse de las prerrogativas necesarias para llevar adelante la obra
revolucionaria con el apoyo de la inmensa mayoría del pueblo (¿llevó él la obra de la revolución adelante? ¿Y el atraso,
la miseria y el exceso de prohibiciones en que dejó sumido al pueblo quien los
trajo?) (¿Constituye un solo Partido y la
oposición prohibida el apoyo de la inmensa
mayoría del pueblo?).
Conociendo mi estado crítico de salud, muchos en el
exterior pensaban que la renuncia provisional al cargo de Presidente del
Consejo de Estado el 31 de julio de 2006, que dejé en manos del Primer
Vicepresidente, Raúl Castro Ruz, era definitiva (¿Qué
otra cosa puede pensar una persona sensata de un anciano con 80 años y una
enfermedad que requirió la intervención de un médico Español a pesar del Potencial
Médico Cubano? ¿No se encargó el tiempo de dar la razón a los que en el
exterior y en Cuba pensábamos así?). El propio Raúl, quien
adicionalmente ocupa el cargo de Ministro de las F.A.R. por méritos personales,
y los demás compañeros de la dirección del Partido y el Estado, fueron
renuentes a considerarme apartado de mis cargos a pesar de mi estado precario
de salud (¿Quién podía atreverse a apartarlo de sus
cargos? ¿Carlos Lage? ¿Felipe Pérez-Roque?).
Era incómoda mi posición frente a un adversario que hizo todo lo imaginable
por deshacerse de mí y en nada me agradaba complacerlo (¿No
es esto una confesión que aún con 80 años y enfermo de gravedad se negaba a
dejar su cargo, después de 47 infructuosos años en el poder?).
Más adelante pude alcanzar de nuevo el dominio total de mi mente (¿Demuestran sus reflexiones, hazmerreir del pueblo, que él
alcanzó el Dominio total de su mente?; ¿Quién puede pensar que el que escribió
esta carta pueda tener dominio total de su mente?)... Me acompañaban las
fuerzas físicas suficientes para escribir largas horas, las que compartía con
la rehabilitación y los programas pertinentes de recuperación. Un elemental
sentido común me indicaba que esa actividad estaba a mi alcance (¿No es esto admitir que ya la actividad de un Presidente no estaba
a su alcance, y que sólo esperó darlo a conocer unos pocos días antes de las
"Elecciones" para evitarle sorpresas a Raúl?). Por otro lado
me preocupó siempre, al hablar de mi salud, evitar ilusiones que en el caso de
un desenlace adverso, traerían noticias traumáticas a nuestro pueblo en medio
de la batalla (¿Qué tiempo sufriría el pueblo de Cuba
con la muerte del dictador?, ¿será cínico o iluso?). Prepararlo para mi
ausencia, sicológica y políticamente, era mi primera obligación después de
tantos años de lucha. Nunca dejé de señalar que se trataba de una recuperación
“no exenta de riesgos” (¿No se hizo evidente con el tiempo que la constante
repetición de la consigna "la pronta recuperación del Comandante" no
sólo estaba preparando al pueblo sicológica y políticamente para su ausencia
inevitable, sino también para el traspaso del poder a su hermano?).
Continúa...