El artículo 51 de la Constitución de la República de Cuba,
debajo relacionado, es ficticio. Cualquier similitud con otras Constituciones
democráticas y respetadas en la vida real, es pura casualidad y no
intencionada:
Artículo 51: Todos tienen derecho a la educación. Este
derecho está garantizado por el amplio y gratuito sistema de escuelas,
seminternados, internados y becas, en todos los tipos y niveles de enseñanza, y
por la gratuidad del material escolar, lo que proporciona a cada niño y joven,
cualquiera que sea la situación económica de su familia, la oportunidad de
cursar estudios de acuerdo con sus aptitudes, las exigencias sociales y las
necesidades del desarrollo económico-social. Los hombres y mujeres adultos
tienen asegurado este derecho, en las mismas condiciones de gratuidad y con facilidades específicas que la ley regula,
mediante la educación de adultos, la enseñanza técnica y profesional, la capacitación
laboral en empresas y organismos del Estado y los cursos de educación superior
para los trabajadores.
No es gratuita una "Educación"
que obliga a los niños en sus escuelas desde que inician sus estudios a mentir
diariamente, diciendo: "Seremos como el Che"; obligados a ingresar
en la Unión de Pioneros de Cuba, con la falsa consigna de “Pioneros por el
Comunismo”; quedando comprometidos durante su permanencia en la escuela
primaria, a asistir a cuantas actividades políticas de adoctrinamiento los convoquen.
Y todo ello gústele o no a los alumnos y/o sus padres; dado la amenaza de la
mancha al expediente y la consecuente imposibilidad de obtener becas para
posteriores estudios. Cuando yo matriculé en la Secundaria Básica en 1966, yo fui
obligado a cumplir 45 días cada año, en la llamada Escuela al Campo; cuyo único
fin era trabajar para pagar en actividades agrícolas, la "Enmascarada y
cínica Educación Gratuita". Si no cumplía con ese requisito no podía
continuar mis estudios. Y mientras tanto, nuestros padres debían realizar
trabajos voluntarios domingo tras domingo, pertenecer a los CDR, cotizar, hacer
guardias nocturnas, participar en todo tipo de actividad de apoyo al régimen, o
podían influir negativamente en nuestra selección de becas. Hasta hace muy poco, el pre-universitario en
Cuba, era únicamente en el Campo, separando a los jóvenes de entre 15 y 18 años
de sus padres,cuando los valores formativos de la familia son más decisivos que
nunca. En la mañana los alumnos recibían clases y en la tarde trabajaban
en actividades agrícolas con normas que cumplir, para pagar así camufladamente su
educación. La opción por una buena carrera universitaria estaba limitada a un
buen expediente de “revolucionario”. La "universidad era para los
revolucionarios” (y para quienes fingían serlo). Para los menos
"Revolucionarios" y malos simuladores quedaban las carreras de menos
preferencias. Los padres también pagaban su cuota, participando en todas las
actividad diseñadas por el régimen, desde donaciones de sangre, trabajos
"voluntarios", y renuncia a un día de salario, hasta integrar las
organizaciones dictatoriales diabólicas, como Comités de Defensa y Milicias de
Tropas Territoriales, para cubrir el costoso precio de una deficiente y
"Adoctrinada educación". En las universidades, no sumarse
a las actividades revolucionarias, o no integrarse al trabajo productivo
en el campo en el verano, luego de renunciar a un mes de vacaciones,
significaba graduarse con un expediente deficiente, que sería determinante para
la futura ubicación laboral. La disciplina “revolucionaria” y acatar o al menos
mostrar acuerdo con la “ideología socialista” era obligatoria, de lo contrario
el alumno estaba en problemas que ocasionaron muchas expulsiones; y troncharon muchos
sueños y aspiraciones, porque debieron graduarse en especialidades no afín a su
vocación. Al terminar la carrera universitaria, tienes que trabajar
gratuitamente un mes en la Construcción o agricultura; más dos años de servicio
social donde quiera que la Revolución te necesite, con el salario más bajo
imaginable para un profesional. Y por último, el salario promedio será de entre
15 a 30 dólares; lo que te obliga a elegir entre vivir como un esclavo con
doble moral, y buscar otro trabajo a medio tiempo para sobrevivir, o colgar el
título y dedicarte a algún Trabajo por Cuenta Propia para progresar algo. Esta
triste situación obliga a optar por Misiones Internacionalistas, convirtiéndote
en Mercancía y/o Mercenario Político como en Venezuela, separado de tu familia
y arriesgando la vida por el tercer mundo, entre enfermedades y violencia; por
lo que muchas veces la deserción te impone cambiar vocación por libertad. Continúa...