Esa fue la parte más
cobarde, perversa y cruel del espectáculo montado y su veredicto. Coincido
totalmente con lo narrado por el ex gualda espaldas, Juan Reinaldo Sánchez,
quien en su libro "La vida oculta de Fidel Castro" lo describe así:
"... es evidente que los acusados recibieron el mensaje de que «teniendo
en cuenta los servicios prestados en el pasado, la Revolución se mostraría
agradecida con ellos: ella no abandonaba a sus hijos, y aunque el tribunal
solicitara la pena máxima, mostraría buena voluntad en relación con ellos y sus
familias»... Lo cual equivalía a prometer a aquellos hombres que no serían
ejecutados sino indultados. Al menos, si admitían sus errores y afirmaban que
merecían la pena capital." Lógicamente, sin ninguna otra alternativa
plausible, los purgados representaron su rol al pie de la letra y ya podíamos
saber de ante mano cómo culminaría el maquinado engaño de los Castros y su
tribunal de marionetas. En la madrugada del 13 de julio de 1989, los cuatro
condenados a muerte fueron fusilados; mientras que el otro cabo suelto, José
Abrantes, fue sentenciado a veinte años de prisión, para morir sospechosamente
en su segundo año de condena, de un paro cardíaco, a pesar de su excelente
estado físico. Y ahora, amigos, ¿Firman la Denuncia contra la Irrevocabilidad
del Socialismo, o le damos luz verde a los Castros para que sigan haciendo lo
mejor que ellos saben hacer, manipular, reprimir y esclavizar al pueblo Cubano? Ustedes tienen la palabra,
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