¿Puede alguien refutar la falta de moral
de Raúl Castro para haber sido propuesto y electo como Presidente del Consejo
de Estado de la República de Cuba, habiendo éste permitido y encubierto la
ambición desmesurada y ansias de poder de su hermano Fidel, que lo llevó a acumular, en una Cuba empobrecida y con, según él,
$900 pesos cubanos de salario, una fortuna inmobiliaria que incluyó en la
provincia de Matanzas, dos residencias de verano, situada una en el corazón de
Varadero, y otra en La Caleta del Rosario (en la bahía de Cochinos), donde una
marina sirve de puerto de amarre para su yate Aquarama II y el resto de su
flotilla privada; en la provincia de Ciego de Ávila, otra con acceso al mar en
la Isla de Turiguanó, cerca del centro turístico Cayo Coco; en la provincia de
Camagüey, la pequeña hacienda de San Cayetano, con una «palestra» para equitación,
y otra vivienda, llamada Tabayito, oculta en el interior de un complejo que alberga
otras viviendas reservadas a los miembros de la nomenclatura; en Holguín otra
propiedad llamada Guardalavaca; y dos residencias en Santiago de Cuba: una casa
con dos pisos y una bolera en la calle Manduley y otra con piscina en el
interior de un complejo perteneciente al Ministerio del Interior? Próximo
comentario continuará con "La auteridad de los Castros"...